La luz del sol, origen de todas las demás energías, es transformada en energía térmica en los captadores o paneles solares para calentar agua sanitaria, para apoyo en la calefacción de baja temperatura o en el calentamiento de piscinas. Son lo que se denominan sistemas de baja temperatura, no superiores a 90ºC.
En los sistemas de media temperatura, hasta 250ºC, podemos incluso producir frío para climatización, desalinización u otros procesos industriales. La alta temperatura queda fuera de nuestro ámbito.
Los captadores planos, mayormente usados, utilizan un anticongelante como fluido caloportador y depósitos interacumuladores o intercambiadores para transferir el calor al lugar de uso. Los captadores de vacío, más caros y delicados, son más eficientes y pueden alcanzar temperaturas mayores.
En las instalaciones domésticas el acumulador solar almacena la energía producida en las horas de radiación solar para poder ser utilizada cuando se produzca la demanda. La regulación y control asegura el correcto funcionamiento activando bombas cuando hay posibilidad de captar energía. Los sistemas solares, adecuadamente instalados y mantenidos, tienen una larga vida útil, pueden ser reutilizados o reciclados al final de la misma, no generan contaminación alguna y tienen un funcionamiento silencioso. La contribución al ahorro de energía y reducción de emisiones, aunque pequeña, es real y permite el autoabastecimiento energético y la generación de energía allí donde se necesita, sin gastos de distribución.
La energía solar térmica es respetuosa con el medio ambiente evitando emisiones de gases contaminantes. El periodo de retorno, o tiempo necesario para que la instalación solar produzca una cantidad de energía equivalente a la utilizada en su proceso de fabricación, es de tan sólo 2 años.